El Circo



Todo el trauma comenzó el día que el tío Ezequiel pasó de visita a la casa de los Correa.
Todos habían salido a excepción de Romina, una niña de 9 años y cabellos rubios siempre muy bien peinados con 2 moños blancos y muy bien planchados.

Ese día la novedad era el circo. 

Pasaba una bicicleta con una bocina que decía: - ¡Venga a ver el circo mas grande y mas famoso! Con 20 trapecistas en acción, la niña contorsionista y el mago mas mago! sin olvidar al domador de fieras salvajes ¡traído desde África!!!

Romina se emocionó tanto al escuchar todo eso que el tío Ezequiel decidió llevarla esa misma tarde al circo.
De la emoción olvidó ajustar sus moños y salió sin siquiera dejar una nota a sus padres.

En la casa de los Correa todo era muy tradicional. 
Había que cumplir horarios, lavarse la cara y cambiarse de camisa antes de comer, ir a misa los domingos a las 12 del mediodía, terminar las tareas los viernes en la tarde y lavar su plato al levantarse de la mesa.
Romina es la única niña de su casa y la hija del medio, tiene 2 hermanos mayores, Mateo y Valente, ella y después dos menores, Indalecio y el bebe Tarciso.

El día del circo los Correa habían ido a la peluquería de Don Checho, un viudo que tenia 6 hijos y todos se fueron a  Estados Unidos, así que estaba tan solo que todos en el pueblo pasaban, al menos, una vez a la semana para lograr que Don Checho estuviera bien ocupado y no pensara en la soledad a menos por el día;  ya que se escuchaban sus sollozos en el silencio de la noche.

El tío Ezequiel y Romina disfrutaron del circo...

No podían dar crédito a lo que veían sus ojos! 20 trapecistas volando por toda la carpa, brincaban y rebotaban para ser atrapados en el aire. 
El más viejo de los trapecistas era un hombre de 47 años, moreno y de impresionantes músculos y volaba como un ángel por el cielo de la carpa.

Los payasos fueron lo más divertido, corrían y hacían chistes por todas partes... después llegó el momento más tenso de la noche !...La niña contorsionista!...

Entonces las luces se apagaron totalmente y de la nada apareció el mago ¡más mago!!! 
Hacía volar cosas por todo el circo, cortó una mujer en 4 partes y la unió de nuevo. Desapareció en un enorme caballo blanco, frente a toda la muchedumbre! 
Fue todo un espectáculo!...El primero y el último de Romina...

De regreso a casa venía tan emocionada y contenta que deseaba contarles todo a sus hermanos. 
Contaba los minutos para llegar y decirles que de grande seria trapecista y domadora de leones, pero... a tres puertas de su casa ya estaba su madre Anastasia Correa esperando por ella.

La zamarreó, le pego, la tiro al suelo, la levanto de los cabellos y con un cinto de cuero la metió a golpes en su casa, gritando que quién se creía para desaparecer de su casa por tantas horas sin avisar.

Los blancos moños de Romina quedaron tirados en la calle, su vestido se ensució de sangre que salía por su nariz, y su madre no paraba de golpearla.
Sus hermanos y su padre estaban aterrorizados ante la desatada furia de la Sra. Anastasia.

No hubo tiempo para explicaciones, solo los golpes que dejaron a Romina traumatizada para siempre. Y desde ese día nunca más volvió a pensar en el circo.

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Han pasado 47 años desde que mi madre fue al circo por primera, y según ella, última vez. 

Ayer fue la segunda ocasión que visitó el circo. 

Su magia me abrazó y me llevo a los 9 años de Romina y disfruté tanto como ella de los trapecistas , los payasos y los animales. 
Me reí y olvide todo.

Al final de la función cerré mis ojos y le pedí a Dios que se llevara el mal recuerdo de la golpiza de Romina en aquel día del circo. 

Yo se que Dios me escuchó y Romina, que es una futura Abuela, podrá llevar a sus nietos al circo sin oler la tierra con sangre, los cintazos, y sin recordar sus blancos moños tirados en la calle.



Autor: Brenda Cárdenas

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