Cailleach-La Diosa del Invierno
Cailleach Béirre es una diosa celta adorada principalmente en Escocia y en la Galia Céltica. Conocida como la reina del invierno, esta diosa es la encargada de crear las colinas y paisajes montañosos de estos lugares.
Unos piensan que de forma accidental, tropezando con la tierra y creando grandes surcos. Otros aseguran que de forma completamente intencionada, esculpiéndolos con su martillo para crear escalones por los que poder moverse a su antojo.
Esta deidad era representada como una mujer de avanzada edad con la piel un tanto azulada. Además, presentaba tan sólo un ojo, justo en el centro de la frente, dentadura de oso y colmillos de jabalí.
Sin duda se trataba de una imagen bastante aterradora, que además iba vestida con ropaje gris, un delantal y una capa de tela escocesa en los hombros.
Son muchas las leyendas que se asocian con Cailleach.
Algunos pensaban que protegía a determinados animales salvajes como los lobos, ciervos y jabalíes. Así, si alguien osaba dispararles en su presencia, Cailleach no dudaba en atacarlo con sus flechas doradas.
Sin embargo, otros aseguran que en vez de protegerlos ayudaba a los cazadores a encontrarlos.
Asociada al invierno, muchos piensan que en realidad que esta diosa es la misma que la diosa del fuego, la poesía y la primavera, es decir, la diosa Brigit.
Al parecer, el 31 de enero Cailleach, con su aspecto envejecido y azulado, viaja a la isla de Ávalon. Allí, toma un poco de los frutos del árbol de la juventud eterna. Tras comer se vuelve nuevamente joven y adopta otra vez la figura de Brigit, acudiendo así al ritual celta de Imbolc, el que abre la primavera.
Según parece ser, Cailleach también es capaz de predecir el clima, proteger a los druidas o transformarse en grulla para salvar grandes distancias.
Esta mujer, en ocasiones, buscaba guerreros y héroes en los bosques demandando y suplicando amor. En el momento en el que un hombre se veía receptivo, Cailleach se convertía en una hermosísima mujer.
Así, al parecer, esta diosa cuenta con un sinfín de hijos, entre los cuales podemos encontrar razas y pueblos enteros.
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